Y así fue como, mientras corría el vino y las bandejas de perdices, mientras la banda interpretaba alegres sones, la comensalía en su totalidad y los jóvenes y hermosos recién casados supieron que todo estaba bien, que todo era perfecto, y que aquel cuento estaba preparado para finalizar, cerrarse felizmente, sin fisura y sin continuación. Entretanto, en la casa vacía, un niño jugaba a aprendiz de alquimista…
Este cuento corresponde al proyecto "Déjalo todo y salta" (el siguiente tras "Esa mirada azul", ya disponible aquí), que se edita a caballo entre este sitio del micronón (algunos de los cuentos más cortos) y el libro de cuentos, de próxima aparición. Los cuentos aquí seleccionados no formarán parte de la edición impresa, aunque sí de la edición digital.
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