En el hospital, el pequeño Julio observó, casi sin expresión, a su hermano recién nacido. Lentamente se acercó a la cama y levantó la sábana. Mantuvo su mirada fija en el triste vacío, durante siglos. Volvió en sí sólo para clavar sus ojos en los de ella, con decepción y desprecio.
Corrió al pasillo. Lloró en el suelo.
En aquellas lágrimas había un sabor nuevo, extraño y amargo. El sabor de la pérdida, del fraude, de la mentira, de las promesas incumplidas, del desamor, de la deslealtad. Un sabor demasiado amargo para ojos tan tiernos.
Este cuento corresponde al proyecto "Déjalo todo y salta" (el siguiente tras "Esa mirada azul", ya disponible aquí), que se edita a caballo entre este sitio del micronón (algunos de los cuentos más cortos) y el libro de cuentos, de próxima aparición. Los cuentos aquí seleccionados no formarán parte de la edición impresa, aunque sí de la edición digital.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por tu comentario! Este sitio se alimentó hoy gracias a ti.